Burocracia, el juego en el que todos pierden



¿Cuál es el orden que nos empuja? ¿Sobre qué basamos nosotros nuestra vida? ¿Cuándo es que existe o no un problema? ¿Qué es un conflicto real? ¿Qué es esa angustia que nos empuja? ¿Qué es lo que somos realmente?
A veces cuando leo lo que escribo no comprendo lo que digo, mas en posteriores lecturas se vuelve todo un poco más claro. Esas cosas raras de la vida. La angustia, motor eterno de los que nunca tenemos la vida resuelta. De los que no tenemos todo servido. De los que encontramos nuevos problemas en estas nuevas situaciones problemáticas.
Pero que no se malentiendan mis primeras lineas con un desvarío, tengo un punto y es bastante concreto y práctico diría yo.
Nuestra existencia consciente se basa en resolver problemas. El primero y más famoso de estos es por supuesto el alimentarnos. El bebe llora porque tiene hambre. Pero mi pregunta apunta a indagar: ¿Por que llora un adulto? ¿Llora por hambre o llora por la injusticia de no tener alimento? ¿Llora por sed o por la injusticia de no tener que tomar? ¿Llora por la muerte o llora por la injusticia que presenta el final? Entonces repito: ¿Por qué llora un hombre adulto?
Tal vez llora por que no puede entenderse a si mismo. Tal vez llora porque no puede entender a lo externo. Muy probablemente llore por ambas a la vez. ¿Pero cuál es la construcción previa? ¿Dónde se encuentran realmente estos problemas?
Las personas solemos tener conflictos claros con la muerte, con el vivir cotidiano que no nos satisface y con lo incierto. Esos conflictos tienen muchos actores recurrentes emocionales, como el miedo, la angustia, el tormento, la duda, etc. Cada uno de estos puede presentarse de forma tal que atraiga a otros o incluso los convierta en una fusión tan compleja que el conflicto primero sea reducido a la nada y comprometido por este nuevo que es mucho, mucho más incitante al llanto, a la agonía y al sufrimiento.
Cuando perseguimos una meta, y esta nos trae conflictos, se produce una clara paradoja entre algo que anhelamos y algo que nos atormenta, Así también nos sucede con un conflicto directo, es decir un problema que se nos presenta sin previo aviso y sin que lo llamemos, y este nos trae su mera presencia, es decir, no promete nada bueno, solo algo malo.
Cualquiera de estos inicios va a sacarnos de la comodidad y atraernos hacia el dolor, angustia, etc. Y de alguna manera esta eterna tensión es la que maneja nuestra forma de ser y de relacionarnos con lo cotidiano. La burocracia, por ejemplo, es un sistema en el que buscamos un orden, en el cual sabemos muy bien que de otro modo no podríamos alcanzar; y lo curioso aquí es que construimos un problema en base a perseguir algo intangible. El orden no existe, es una construcción completamente arbitraria, porque no existe la misma idea de orden para todos, y cuando construimos un sistema de regulación en "X" institución, perseguimos un ideal, pero ese ideal que comenzó ni bien fue creada la burocracia, creó sus propios problemas, los cuales a su vez crearon problemas de los problemas; y no paró hasta ahora.
Y yo pienso, si la burocracia es una construcción subjetiva, que viene creando problemas de los problemas desde antes de la revolución francesa, este puede ser tal vez el claro ejemplo de la relación de problema infinito que persigo.
Tal vez, reflexiono... un conflicto directo, no sea más que una construcción ilusoria, de un problema previo, que se constituyó en base a la búsqueda de una meta, la cual considerábamos (o alguien lo hacia) buena y terminó por abarrotarnos la cabeza, con cosas innecesarias.

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